Desde Conética, añoramos un cambio real, profundo; un cambio de base. Muchos son los factores que hacen de esa añoranza un polo tan opuesto al que estamos parados; un destino casi inaccesible, casi… Pero hacia el que con convicción partimos.
Dando esos primeros pasos, nuestro primer gigante a enfrentar se llama cultura. Y es que cuando la cultura es pobre, el pensamiento se achicharra, asfixiando así nuestra capacidad de reflexión; se asfixian las ideas y, con ellas, el mundo mismo.
Todo esto partiendo de la base de que una mirada desde fuera hacia toda estructura general, una mirada recelosa de lo que se considera normal por ser común, resulta ese único necesario golpe capaz de demolernos para luego emprender de los resultantes vestigios nuestra mejor versión.
Dicho esto, toca mencionar que lastres encontraremos de todo tenor, porque más que claro está que de las carencias a las que anteriormente hacemos alusión, hay quienes hacen una virtud.
Los destiladores de cultura, aquellos acomodados de la banalización contemporánea, resultan en este caso un oportuno ejemplo.
No resulta de total agrado, ni algo que hubiéramos pensado, tener que centrarnos en un personaje tal como “Bad Bunny”, cantante puertorriqueño de “trap” de gran influencia en el mundo actual al igual que el género al que este representa. No solo a este le cabe como anillo al dedo las anteriormente mencionadas cuestiones culturales, sino que también, como si no fuera mucho, él y su equipo de producciones nos brindaron un pequeño vomitivo adicional.
La disconformidad que aquí se manifiesta tiene su lugar debido a que el respectivo cantante apareció acompañado de varios conejos que fueron pintados (de color violeta algunos, de color rosa otros) en su último video titulado “ni bien ni mal”. Cabe destacar que sea cual fuere el tinte que se emplease, este podría causar intoxicación dérmica, irritación, quemaduras y laceraciones en la piel de estos animales. Además, para resumir, considerando las condiciones naturales de vulnerabilidad de los conejos, no solo quedan expuestos a los mencionados problemas de salud, sino también a un estrés enorme.
La banalidad en su total esplendor, representada en toda una parafernalia en la cual están incluidos estos seres sintientes, y por demás vulnerables, cumpliendo el rol de objetos utilizables y descartables.
Ahora, los destiladores, no solo pudren aún más las bases, sino también la superficie.
Un último punto por resaltar, y por no dejar de mencionarlo, es el hecho de que una gran parte de sus seguidores supieron mostrar su repudio, en las redes, de diferentes maneras, cuestión que logra darnos una visión más esperanzadora respecto a la sociedad en la cual estamos inmersos, puesto que comprendemos que existen ciertas actitudes hacia terceros que ya no tienen, afortunadamente, lugar en estos tiempos. Ya no quedan impunes; sobresalen, además, por su burda ostentosidad.